El masaje ha estado presente en mi vida desde siempre, las fricciones que me hacia mi madre me quitaban cualquier dolor, los aprentones de mi abuela aliviaban cualquier tristeza, así es como poco a poco, identifico el masaje con el bienestar y asi es como poco a poco se cultiva el deseo de mejorar el bienestar en quienes me rodean. Hoy, después de mucho estudio, mucha práctica, el masaje es parte de mi vida, es la profesión que seleccione para vivir, brindándome infinidad de satisfacciones al poder escuchar y dar empáticamente, al poder ayudar a otros a recuperar su sensación de bienestar.

!Bienvenidos todos!

miércoles, 1 de julio de 2015

La iluminación en el masaje relajante



La luz es uno de los factores que me parecen importantes a la hora de dar y recibir un masaje. El brillo fuerte de la luz  me hace daño, siempre lo ha hecho, me estorba a la hora de mirar y sentir el entorno, pero eso es lo que debe suceder cuando hay fotosensibilidad, a los demás seres, pienso que los  mantiene en estado de “funcionamiento”, en constante atención, por otro lado, la luz tenue nos permite ir relajando tensiones, nos hace sentir en un ambiente tranquilo y de confianza, permite que tomemos consciencia de nosotros y permitamos a los sentidos concentrarse en el propio cuerpo mientras la mente descansa.

 Mi gusto personal a la hora de dar o recibir un masaje, es utilizar una luz tenue y más amarilla, evocando la luz de las velas (si no queremos usarlas), rememorando esa luz de atardecer, la luz que nos invita a descansar, conectar con nosotros mismos, que complemente el ambiente transportándonos al sitio seguro donde podemos simplemente descansar, soltar todas las tensiones que nos acompañan y dejarnos envolver por el ambiente acogedor y el tacto delicado.


Una correcta selección  de iluminación, música y aromas permitirá obtener una experiencia única, creando el ambiente apropiado para que el profesional haga uso de toda su habilidad para transportar al receptor hasta la relajación total, brindando un cuerpo nuevo, física y emocionalmente, listo para seguir adelante.


domingo, 28 de junio de 2015

Mis inicios como masajista

Aún hoy, después de tantos años vividos y ejercidos como masajista, recuerdo mi primer día en mi primer curso de masajes, al que llegué emocionada pues por fin había tomado la decisión de aprender una actividad con la que siempre me había sentido afín. Por supuesto, tuve la gran ayuda de una buena amiga, mi masajista, que me ánimo y me apoyo.

Desde que tengo memoria soy una persona enamorada del tacto, siento que nada trasmite más que el toque, que ese “piel con piel”. Aquello de que durante un saludo donde se sujetan las manos, donde la piel toca a la piel, podemos saber cómo es la energía del otro ser; o la idea de que con un abrazo o una palmada en el hombro nos sentimos mejor al atravesar un mal momento, el recuerdo de que cuando siendo niña sufría de algún dolor emocional o físico, el roce de la mano de mi madre me hacía sentir mucho mejor, eran pruebas, contundentes para mí, de que el tacto puede cambiar las cosas.

Por supuesto, la familia no estaba muy de acuerdo conmigo, el masaje fue y aún hoy es, en muchos lugares, una profesión no muy bien vista, aunque gracias a Dios, esta forma de pensar está cambiando y la gente comienza a diferenciar entre el masaje profesional y ….. los de otro tipo.

Mi primer curso, fue un poco producto de mis inquietudes personales, opacadas durante mucho tiempo y que salían a flote por la enfermedad de mi abuela, unido al deseo de dejar un poco de lado las computadoras para cambiarlo por el trato humano y otro poco producto de la casualidad o tal vez debería decir, como un mensaje del universo, todo unido y en complot para obligarme a avanzar en esta actividad tan especial.
Como les decía, este primer curso me tenía muy emocionada y aún me emocionó más cuando escuche a mi afamado maestro explicar cómo era de importante estudiar para convertirnos en masajistas serios; lo importante de la ética en esta, como en todas las profesiones; lo necesario que era conocer anatomía y fisiología antes de ponerle la mano encima a un receptor.

De allí en adelante, cada día es un nuevo reto para aprender no solo de las técnicas de masajes sino también de lo que sucede con lo padecimientos físicos y emocionales, recordando que somos un solo ser que se ve afectado tanto en su parte física como en la mental y la emocional.

Ese primer curso, fue por allaaaaaaaaaaaa a principios del año de 1996 y desde entonces hasta hoy, cada persona que ha llegado a mi camilla ha sido una gran oportunidad para aprender, para crecer, para dar y por supuesto, para recibir grandísimas satisfacciones.
Después de lo mucho vivido, lo mucho aprendido y lo mucho disfrutado he decidido abrir este blog para publicar toda mi vivencias en esta maravillosa profesión. Vivencias interesantes unas, complicadas otras, cómicas otras, pero todas maravillosas.


Helerem